Recientemente realicé un curso sobre "pensamiento científico". El objeto de mi trabajo final del curso fue el intentar aplicar
los conceptos adquiridos a la hora de establecer los fundamentos epistemológicos
de una disciplina nueva en su caracterización como disciplina científica humana
y social.
La disciplina en cuestión no podía ser otra que el “protocolo”.
El protocolo es una disciplina que se encuentra en las primeras
etapas de vertebración, igual que el periodismo se encontraba a mediados del
siglo pasado.
Por tanto, no existe una disciplina científica conformada sino
que somos en la actualidad un grupo de investigadores los que nos encontramos
prestando fundamento científico a la mencionada disciplina, pues carece de
fundamentos epistemológicos y hasta ahora han sido los mismos profesionales los
que ontológicamente se han ocupado de ella, abusando de su concepto de
herramienta comunicativa encargada de favorecer las relaciones públicas, hasta
el punto de olvidar incluso su esencia teleológica de interconexión con los
públicos a los que las actividades de protocolo van dirigidos, y su
fundamentación jurídica. Por otro lado, existe una terrible confusión entre
protocolo, ceremonial, etiqueta y buenas maneras que lleva a que exista una
fuerte necesidad de pedagogía social tendente a sentar las diferencias y
esclarecer el mismo concepto de “protocolo”, en el que no existe unanimidad. Si
bien según el diccionario de la RAE es la “regla ceremonial diplomática o palatina, establecida por
decreto o costumbre”, hoy se usa el término con otras acepciones, algunas no
exactamente determinantes. En la actualidad, la UCJC ha propuesto el protocolo
como titulación (grado aprobado por la ANECA y que ya cuenta con dos ediciones
de graduados), y próximamente se espera que lo implante la Universidad Europea
de Madrid (en proceso de verificación), sin que exista la consiguiente
propuesta del protocolo como ciencia lo que supone el riesgo de la mera
profesionalización de las Universidades. Es preciso pues construir ciencia de
esta herramienta, y para ello se necesitan grupos de investigación.
Tal y como se entiende desde el ámbito investigador el protocolo
es una ciencia transversal que tiene interconexión con la comunicación y las
relaciones públicas, la historia y el derecho. El protocolo en la actualidad
cuenta con una escuela histórica, una jurídica y una comunicológica en las que
plantear su disciplinariedad. Y somos especialistas en estos diferentes
sectores investigadores los que acometemos una investigación científica
centrada en el protocolo desde diferentes enfoques, según la formación de cada
uno de nosotros.
Por lo que respecta al derecho, existe una escuela de juristas
que trabajan en diferentes materias centrada sobre todo en el protocolo
oficial, en la historia del ceremonial y del protocolo en España (vinculada con
la historia del Derecho y de las Instituciones) y en las instituciones
político-administrativas de España (vinculadas con el Derecho político,
Administrativo y la Historia del derecho y de las instituciones), en el derecho
premial y nobiliario (vinculados con el derecho civil), en la diplomacia y las
organizaciones internacionales (vinculado con el derecho internacional-público)
y con la función pública y las administraciones públicas (vinculado con el
derecho administrativo). La perspectiva jurídica centra el estudio del
protocolo principalmente a través de las leyes, normas y reglas, que se han
aprobado en el transcurso de los tiempos, o que han surgido de forma
consuetudinaria partiendo de usos sociales consolidados y reconocidos por el
devenir histórico. Aunque no deben descuidarse las demás perspectivas como
demuestro en mi libro Fundamentos del
ceremonial y del protocolo Madrid: Síntesis, 2011. Porque el protocolo no
es sólo derecho. El protocolo también son costumbres y usos sociales. Y el
protocolo también es comunicación. Por tanto ¿qué hacemos con el protocolo?
Desde hace más de diez años vengo impartiendo cursos sobre
protocolo en la UNED, aunando mi doble condición de historiadora y jurista. He
contribuido a la formación de mas de un millar de protocolistas (palabra
inexistente pero por cuyo reconocimiento luchamos en cuanto expertos en
protocolo en España, pues en Iberoamérica el significado de la palabra es
distinto, y allá la expresión más utilizada es ceremonialista, aunque en España
se considera que el protocolo es la norma y la ceremonial el ámbito de
aplicación de la misma), algunos de los cuales cuentan con reconocido prestigio
dentro de la profesión y son afamados escritores. Y me encuentro dirigiendo
seis tesis doctorales directamente relacionadas con el mundo del protocolo
inscritas en la mi Universidad y espero que se defiendan en breve. Dirijo
múltiples actividades académicas y científicas relacionadas con el protocolo.
Las Jornadas sobre protocolo de mi Universidad, cuya última edición, la VII, ya
son un referente dentro del sector y el Congreso Nacional de Protocolo, bajo el
lema “Protocolo e igualdad”, que dirigí en 2010 y que contó con el patrocinio
de la propia Universidad y la presencia de autoridades políticas vinculadas a
la educación y la cultura, alcanzó gran difusión. El curso pasado puse en
marcha el I ciclo de conferencias sobre Ceremonial y Protocolo de mi
Universidad cuya proyección sobrepasó nuestras barreras.
En las actuales circunstancias nos resulta muy difícil el
conseguir un hueco específico dentro del resto de las disciplinas científicas
que cuentan con un reconocimiento específico y un código UNESCO, lo que nos
entorpece labores como las de reconocimientos de sexenio (mis dos sexenios
proceden de mi actividad jurídica pero no puedo pedir sexenio nuevo pues mis
últimas publicaciones, aunque trato de armonizar publicando estudios meramente
jurídicos, se centran en protocolo que no un campo propio y tienen que
juzgarnos, comunicadores, juristas, historiadores o psicólogos, pero no
protocolistas), el reconocimiento de grupos de investigación y la consiguiente
solicitud de proyectos de investigación por idénticos motivos. Por ello
solicitamos nuestro reconocimiento como grupo de investigación, pues sin grupo
no hay proyectos, ni difusión ni transferencia del conocimiento. Pero nos
encontramos con el contrasentido de que sin proyecto no hay grupo. No obstante
contamos ya con la suficiente entidad para proceder a solicitar proyectos, lo
cual es nuestro deseo realizar en próximas convocatorias que se abran (si las
circunstancias económicas permiten su convocatoria).
La primera cuestión sería preguntarme si esa disciplina que en
la actualidad es considerada sólo una técnica o herramienta puede ser
considerada o no una disciplina científica y si puede ser objeto de un
conocimiento científico.
Es indudable que sí que puede ser objeto de conocimiento
científico dado que su estudio, análisis y valoración nos permite acercarnos
más a la realidad el problema va más allá de los métodos de investigación al plantearse
la existencia de diferentes enfoques científicos dependiendo de la escuela científica
encargada de realizar el estudio. Es evidente que hemos pasado de una simple
profesión a encontrarnos con algo más profundo que merece un desarrollo
científico.
Para la consideración de la disciplina como disciplina
científica será fundamental el análisis de los estudios existentes para
comprobar los métodos de investigación que hasta ahora ha sido utilizados y si
esos métodos son en realidad métodos científicos. El paso siguiente será el
considerar qué métodos científicos son susceptibles de aplicar a la disciplina.
Concluirá el proceso con la selección de las metodologías teórico-descriptivas
más convenientes para la consecución del paradigma científico de la disciplina.
Los estudios existentes parten de la utilización de metodologías
diversas, si bien entre los especialistas en áreas comunicológicas lo más usual
sean los estudios cuantitativos y cualitativos, mientras que entre los
especialistas en áreas jurídicas utilizan métodos jurídico-descriptivos y
analíticos con la finalidad de encontrar interpretaciones normativas más
definidas. Por último los estudios históricos acuden al desarrollo descriptivo
de las figuras institucionales en etapas cronológicas tras la realización de
labores de archivo y su posterior interpretación Lo que si parece evidente es
que el análisis simplemente descriptivo efectuado por los prácticos del protocolo,
no lleva a nada más que a la constatación de la realidad existente. Pero lo que
es también evidente es que sólo desde una integración de todos los métodos
podremos obtener una disciplina coherente.
La comprobación del nivel de constatación metodológica en la
utilización de los elementos estructurales cruciales para generar sinergias
conductuales supondrá la consecución de marcos de referencia futuros
indispensables para explicar fenómenos instrumentales y distinguirlos de
aquellos que presenta una base científica estable digna de ser tenida en
cuenta.
De todo lo expuesto anteriormente lo único que se deduce es la
transdiciplinariedad del protocolo y por ello es indispensable utilizar métodos
que nos permitan relacionar conocimiento científico, experiencia
extra-científica y práctica de la resolución de problemas. Esta orientación nos
permite acercarnos más al mundo real y no quedarnos en el campo de la
abstracción científica. La trandisciplinariedad es la mejor perspectiva para el
conocimiento de ciertos aspectos de la sociedad cuando existen múltiples
problemas que no pueden ser resueltos de manera eficaz por la existencia de
influencias de actores implicados en el proceso. La complejidad de la
estructuración de los problemas dificulta la formulación de las preguntas
científicas adecuadas para la determinación de leyes, de ahí que sea esencial
el análisis empírico para la formulación de soluciones futuras, así como de
normas y valores comúnmente aceptados, que nos permitan mejorar y transformar
la realidad y a la vez que el conocimiento y la práctica sean desarrollados
promoviendo lo que se percibe como el bien común (Hirsch Hadorn y otros,
Handbook and Transdisciplinary Research, 2008). Esta forma integrada de
investigación es la que más ventajas aporta en el actual estado de vertebración
del protocolo ya que permite que la participación de personas expertas abran
cauces de discusión y diálogo entre si, aceptando todas las perspectivas
posibles y relacionándolas entre ellas aportando un trabajo conjunto. Este ha
sido siempre mi posicionamiento y creo que el de las personas que me rodean y
que trabajan conmigo, que pretendemos hacer un conocimiento dinámico del
“protocolo” no anclado en la diferenciación estricta entre el conocimiento
básico y el conocimiento aplicado. Un enfoque integrador de saberes capaces de
funcionar conjuntamente, puesto que “todo es protocolo”.
Todo ello permitirá la reformulación de una definición
científica que sea reconocida por la comunidad y aplicable unánimemente por
todos los sectores tanto profesionales como académicos relacionados con la
disciplina.
Tras la delimitación de los espacios definitorios que perfilen
el objeto de investigación, será preciso plantearse acerca de la fundamentación
y nivel de exigibilidad preciso para la consideración de los procesos
constructivos teóricos como agentes vertebradores de ideas susceptibles de una
formulación abstracta acorde a la realidad paradigmática sugerida.
La naturaleza científica de esta nueva disciplina de esta forma
conseguida nos permitirá realizar una consiguiente adscripción dentro de las
diferentes disciplinas científicas y poder deslindar la disciplina de aquellas
otras de las que hasta ahora depende y que la someten al yugo instrumental
mediante su consideración como mera herramienta. Ello presenta una importancia
vital para poder lograr una adecuada difusión a través de las redes y canales
de comunicación que permita a los nuevos especialistas un reconocimiento de que
en la actualidad carecen y su integración en entidades universitarias de
reconocido prestigio, tras la valoración por las comisiones o comités externos
nacionales e internacionales al uso.
La consolidación como disciplina científica lleva como
complemento la valoración por las entidades académicas reconocidas de las
nuevas revistas científicas recién creadas como esenciales para la difusión del
conocimiento, el reconocimiento de nuevos grupos de investigación en áreas
hasta ahora en vías de formación y la integración de los mismos en redes de
innovación docente, que faciliten la utilización de las nuevas tecnologías y
los actuales canales de comunicación a la docencia de esa disciplina.
Y permitirá transmitir el protocolo, utilizando los criterios del Pensamiento
complejo formulado por Edgar Morin, fomentando valores actuales:
·
Una educación basa en la capacidad de critica.
·
Una ética válida para todo tiempo y toda situación.
·
Un conocimiento globalizado en una sociedad multicultural.
·
La mejora de la comprensión en las sociedades democráticas.
·
La detección de errores y falsas ilusiones.
·
La comprensión del género humano.
·
El discernimiento de la información.
A partir de ello la estructuración de los saberes puede
converger en un sistema docente adecuado que permita una formación integral del
protocolista y que le faciliten un desarrollo profesional adecuado a las
necesidades que actualmente reclama la sociedad, libre de injerencias políticas,
mediáticas, mercadotécnicas y económicas que desvirtúan su esencia y hacen que
la compra de trajes, las invitaciones descaradas a comilonas se considere
“gastos de protocolo”, o que el protocolo se reduzca a colocar la mesa o las
banderas, a la llamada “etiqueta” o criticar lo que visten algunos en las bodas.
¡Queda mucho trabajo por hacer, pero estamos en el camino hacia su consecución!
De momento ya tenemos el grupo:
Dedicado a mi buen amigo @Fernando Ramos Fernández, en proceso de recuperación de una operación, deseándole una pronta recuperación
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