EL PROTOCOLO COMO DISCIPLINA JURÍDICA. MI PARTICULAR GRANITO DE ARENA...
Existe mucha confusión entre el protocolo, las buenas
maneras y la cortesía y los usos sociales. Por ello lo mejor es empezar
definiendo cada uno de estos términos y relacionarlos con otros similares, dado
que el protocolo es una disciplina transversal que afecta de forma preferente
al Derecho, a la Historia y a la Comunicación y las Relaciones Públicas, pero
que también tiene elementos de contacto con la Antropología, la Psicología y la Sociología.
El protocolo es una disciplina que se encuentra en las
primeras etapas de su vertebración científica. No hay consenso en una
definición y lo que es más importante en el alcance de la misma, lo que genera
un problema terminológico importante, porque toda la construcción científica
que queramos hacer de la misma dependerá de ello. Cada persona tiene una
definición, porque la palabra protocolo se utiliza hoy con carácter polisémico.
No existe unanimidad a la hora de determinar el concepto de protocolo, y ello
es esencial pues dependiendo de lo que consideremos que es o no el protocolo,
así podremos o no usarlo en ciertos ámbitos o con ciertas determinaciones. Y no
creo que ello sea malo, pero sí que creo que es preciso puntualizar, definir,
porque una definición es el punto de partida para dar explicaciones ulteriores
y así sabremos todos de lo que estamos hablando, pues habremos acotado nuestro
campo.
Si partimos de la definición contenida en el diccionario
de la RAE (“Regla ceremonial o palatina establecida por decreto o costumbre”),
sólo podemos considerar protocolo aquellas reglas aplicables a las ceremonias o
los actos de palacio que están normado legal o consuetudinariamente. El
protocolo sería así el nombre que recibirían determinadas normas aplicables en
unos ámbitos específicos, es decir un ordenamiento jurídico específico aplicado
a ciertos ámbitos espacio-temporales. Así, siguiendo esta definición el
protocolo queda limitado a las ceremonias oficiales del Estado y a los casos de
participación de autoridades e instituciones del Estado en ceremonial no
oficiales.
Tradicionalmente se parte de la definición etimológica de
la palabra, para conceder al protocolo legitimidad, y se dice hasta la saciedad que el término “procede del latin
“protocolum”, que a su vez procede del griego (protos, primero, y Kollum, pegar
y se refiere a la primera hoja pegada con engrudo). Lo cual es incorrecto
porque antiguamente las hojas no se pegaban se cosían.
Lo primero que hay que decir es que la palabra “protocolo”
con la acepción que le damos hoy en día no existe en España en nuestra historia
pasada.
El primer diccionario castellano que conocemos es el
“tesoro de la lengua castellana o española”, de Sebastián de Covarrubias Orozco
(ed. Castalia), cuya primera edición es de 1611, imprenta de Luis Sánchez. En
él, la palabra protocolo si existe. Pero la definición que se da de protocolo
es “El libro original de actos públicos (esto nos hace decir lo he encontrado
pero sigamos adelante leyendo (latine protocolum, del griego protocolof); y en
este libro se pone lo sustancial del acto y de la personas y testigos, con día,
mes y año y lugar. Éste está obligado el notario a extenderle en escritura, en
la forma común para satisfacción de las partes y notoriedad de la verdad.
Díjose de proto, primum, et colo, membrum, por ser miembro principal del cuerpo
de la escritura que ha de extender y el primero”. De ahí deducimos que el
protocolo es la parte principal de un documento jurídico: donde se resume todo
el contenido.
Luego en el siglo XVII, la palabra protocolo sólo tiene la
significación que hoy en día le atribuimos y sólo se utiliza para los llamados
“protocolos notariales”, libro donde se registran por el notario, en cuanto
fedatario público, aquellos actos jurídico documentados reconocidos y exigibles
jurídicamente por la comunidad.
El mismo libro dice que “ceremonia es “el modo y términos
de honrar a Dios con actos externos, se llamó ceremonia y ceremonias. Algunos
dicen haber tendido origen de Cere, ciudad antigua de Hetruria, adonde los
romanos recogieron los simulacros de sus vanos dioses y las virgenes vestales y
los sacerdotes, quando los galos se apoderaron del capitolio de Roma y de la
ciudad”.
Si avanzamos en el tiempo podemos consultar otro clásico: “Diccionario razonado de legislación y
jurisprudencia”, de Joaquín de Escriche (1874-1876):
“Esta palabra viene de la voz griega protes que significa
primero en su línea, y de la latina collium o collatio que significa
comparación o cotejo. Entre los romanos protocollum era lo que estaba escrito á
la cabeza del papel, donde solia ponerse al tiempo de su fabricación; pero
entre nosotros protocolo tiene tres significaciones, pues se llama así el
minutario en que el escribano nota brevemente la sustancia de un acto ó
contrato, la escritura matriz que el escribano estiende con arreglo a derecho
en un libro encuadernado de pliego entero, y este mismo libro ó registro en que
el escribano estiende las escrituras matrices á medida que se van otorgando.
Esta última significación es la que se halla mas en uso; y así se entiende por
protocolo el libro encuadernado de pliego de papel entero, en que el escribano
pone y guarda su orden las escrituras o instrumentos que pasan ante él, para
sacar y dar en cualquier tiempo las copias que necesiten los interesados y
conformar o comprobar las que ya se hubiesen dado en cado de dudarse de la
verdad de su contenido. El protocolo se llama también registro”.
Luego a fines del siglo XIX la palabra protocolo no se
usaba con la acepción que le damos hoy en día y sigue estando referida a los
protocolos notariales y para nada tiene la acepción actual.
La palabra protocolo comienza a usarse con el significado
que tiene hoy en día en España a principios del siglo XX. Antes se usaba la de
Etiqueta, e iba referida al modo de proceder del personal encargado de atender
a los Monarcas en Palacio.
Cuando se hablaba de protocolo en la prensa siempre
iba referido a la firma de Tratados internacionales. La referencia más antigua que he encontrado en prensa, se realiza en el diario "La España Moderna" analizando en el teatro francés cuáles son las causas del adulterio en las altas clases sociales parisinas (noviembre de 1899, p. 164):
"En los hombres se encuentra la misma indiferencia; la mujer no es para ellos la esposa, ni la madre, ni la amiga, sino el ama de casa, un jefe del protocolo doméstico encargado de la etiqueta de las recepciones y comidas, o un muñeco que se mira por costumbre al volver del Círculo, a menos de que sólo sea la esclava para el intervalo de los caprichos extraconyugales".
Es curioso que la primera vez que se use esta palabra en la prensa, vaya referida al ámbito social... Creo (a falta de poder demostrarlo) que la estandarización de la palabra “protocolo”, comienza a coincidir con la incorporación de la empresa a la mimetización de las actividades de las instituciones públicas, del Estado. En el ámbito público, sólo se hablaba de ceremonial y de etiqueta.
Yo creo que la palabra tiene dos significados. Strictu sensu el protocolo se limita a
regular las ceremonias oficiales del Estado y la participación de las
autoridades en ceremonias no oficiales, es decir, el protocolo en sentido
estricto se reconduce al protocolo oficial o institucional. En sentido estricto el protocolo es Derecho. Y no existe
más protocolo que el Protocolo Institucional o Protocolo Oficial.
Pero hoy no se utiliza así el término, sino que amplio sensu es el conjunto de normas, usos sociales y costumbres que determinan cual
es el orden de celebración de un determinado acto o evento, bien público o
privado. Sería una guía procedimental, una guía de actuación ante una
situación concreta espacial y temporalmente limitada en la que una organización
establece una comunicación no verbal con sus públicos. Y esa situación concreta
es la que adjetiva el protocolo y es así como llegamos al protocolo
universitario, diplomático, internacional, etc…
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